EL MARTILLO DE DIOS
- Casa Svank
- hace 6 días
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Raúl S. Martínez
Siempre me ha parecido muy interesante el concepto de twin films: películas con tramas parecidas estrenadas por diferentes estudios casi al mismo tiempo. En la literatura creo que el fenómeno es más común pues los escritores de ciertos géneros de nicho suelen estar en contacto entre ellos, han sido influenciados por los mismos clásicos y son agobiados por problemas similares que plasman en su obra. Lo anterior sin mencionar, claro, que muchos intentan montar la ola del tema de moda casi siempre de manera infructuosa. Sólo recordemos la epidemia de distopías adolescentes (varias de ellas adaptadas al cine como The Hunger games) o la proliferación de novelas de fantasía que adoptaron en sus títulos el paradigma “Algo de una cosa y otra cosa” intentando colgarse del éxito de Canción de Fuego y Hielo de George R R Martin (que probablemente nunca terminaremos de leer). En el cine, sin embargo, uno pensaría que las probabilidades de que un evento así suceda son mucho menores. Y sin embargo es algo relativamente frecuente en el cine comercial. Más aún, todos tenemos una película gemela a la que favorecemos por encima de la otra por las razones que sean. A mí me gusta más Hormiguitaz que Bichos, por ejemplo, y The Prestige tiene un lugar un poquito más especial en mi corazón que The Illusionist.La verdad es que la lista de películas gemelas es tan grande que podría pasar todo el día enumerando mis favoritas y también son tan dispares que muchas veces el público sólo recuerda una de ellas. Tal es el caso de Armageddon y Deep Impact, ambas estrenadas en 1998 y que cuentan la historia de un pequeño grupo de héroes y genios que deben salvar a la humanidad del inminente impacto de un asteroide. En el caso de Armageddon no necesito dar muchos detalles: Bruce Willis, Liv Tyler, una canción de Aerosmith y una premisa que si te detienes a pensarla seis segundos pierde todo el sentido: obreros de una plataforma petrolera son entrenados como astronautas para interceptar el asteroide (¿Qué?) y sembrar en él una bomba atómica que lo destruya antes de que entre a la órbita terrestre. Aún así nos encanta. Frases memorables, Steve Buscemi enamorado de una teibolera (¿a quién no le ha sucedido?) y el sacrificio supremo en nombre de toda la raza humana realizado por uno de los mayores héroes de acción.Por otro lado, Deep Impact también tiene muchas virtudes. Morgan Freema es el presidente de Estados Unidos y Elijah Wood interpreta al astrónomo aficionado -un estudiante de preparatoria, en realidad- que descubre el asteroide en catastrófico camino hacia nuestro hogar. La historia se centra un poco más en las implicaciones políticas, sociales e individuales ante la inminencia del fin del mundo y en los aspectos técnicos de la misión salvadora. Hay una razón para ello: el productor ejecutivo fue Steven Spielberg, quien había comprado previamente los derechos de El Martillo de Dios, la novela de Arthur C. Clarke, publicada en 1993 y adaptó muy libremente la historia de Clarke al guión dirigido por Mimi Leder.
Situada en el no tan distante 2019 (Clarke nunca dejó de tener esperanza en nosotros), la novela cuenta cómo la humanidad ha colonizado la Luna y Marte. El capitalismo y el comunismo fueron exitosamente erradicados y una autoproclamada profeta ha mezclado dos de las religiones monoteístas más importantes creando el crislam, una nueva fe que ganó gran popularidad gracias a que el esfuerzo de evangelización se ha basado en el Brainman (un dispositivo capaz de almacenar cantidades inimaginables de información y establecer una conexión neural con cualquiera que esté dispuesto). Conocemos al doctor Angus Millar, el descubridor del asteroide que ha evadido la mirada del programa Guardián Espacial; la iniciativa terrestre para monitorear los cielos en búsqueda de amenazas. Ahora, los habitantes de la Tierra saben que les queda poco tiempo y se ponen manos a la obra. Robert Singh, un experto capitán sideral y su nave, la Goliat, son asignados con la misión de aterrizar en Kali, el cuerpo celeste nombrado como la diosa hindú de la destrucción por motivos evidentes, y desviarla de su órbita antes de que sea demasiado tarde. Los riesgos son muchos: los cálculos tienen un margen de error, el plan podría no ser tan viable como se pensó en principio de cuentas, los radicales crislámicos consideran que el impacto es una obra divina que no debe ser evitada y encima de todo, al acercarse más al sol, Kali comienza a despertar.
Clarke alterna la trama principal con narraciones sobre tres impactos de asteroides de gran relevancia en la Tierra (incluyendo el que acabó con los dinosaurios) y también con historias que sirven a modo de contexto para el mundo posible que construye: el surgimiento del crislam, el descubrimiento de Kali y los desarrollos tecnológicos que permitieron a la humanidad adquirir la capacidad para enfrentarse a su propia extinción.
Como muchas historias de Arthur C. Clarke, El martillo de Dios es una novela de ciencia ficción dura que aborda temas que siempre le interesaron: un programa de vigilancia del sistema solar que evite amenazas de extinción. La política interplanetaria y la idiosincrasia de los asentamientos humanos en la Tierra, Marte, Luna y otros mundos, inteligencias artificiales como herramientas que ayudarán a cumplir la misión y las implicaciones religiosas de descubrimientos científicos literalmente fuera de este mundo. Una de las últimas historias de sir Arthur C. Clarke, El martillo de Dios es ideal para quienes disfruten por igual una historia interesante con riesgos altos, la construcción de un mundo posible basado en datos científicos y técnicos precisos y sobre todo la imaginación de un autor que nunca dejó de creer que la humanidad es capaz de alcanzar las estrellas y superar los riesgos que el cosmos esconde en el oscuro vacío.
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