PYRAMIDS: LA SÉPTIMA NOVELA DE MUNDODISCO
- Casa Svank

- 25 sept
- 5 Min. de lectura

De Raúl S. Martínez
Aún recuerdo cuando The History Channel transmitía programas que tenían que ver con, bueno, Historia. Volviendo a casa de la secundaria solía encender la televisión y comer mientras aprendía sobre la Segunda Guerra Mundial, el Imperio Romano y la Conquista de América. Durante mi primer semestre de preparatoria, incluso, recuerdo un programa llamado Batallas Decisivas que reproducía los conflictos bélicos más importantes a través de animaciones que aun hace veinte años lucían de baja calidad. Sin embargo, sus enseñanzas sobre estrategias y héroes eran incomparables. Durante esa misma época, y en ese mismo canal, el tema de Egipto era tratado con seriedad. Los programas dedicados a los dos reinos abordaban su historia y mitología con la dignidad que se merecía, transmitiendo información válida consultada por expertos. Qué tiempos aquellos, previos a los alienígenas ancestrales.Por otro lado, Egipto y sus misterios han sido una fuente inagotable de historias y leyendas que, adaptados a la cultura popular, nos dieron películas, series y libros que marcaron a cada generación. ¿Cómo olvidar Stargate (1994) de Roland Emmerich y la franquicia que continuó con Stargate SG1, spinoffs y más películas incluidas? ¿O qué me dicen de La momia (1999) con Brendan Fraser y Rachel Weisz? Y si a esas vamos, La Momia del ‘32, Los Diez mandamientos (1956) y Cleopatra (1963) con la incomparable Elizabeth Taylor. Bueno, hace poco más de diez años sir Ridley Scott se aventó su propia versión del mito del antiguo testamento con Éxodo: dioses y reyes (2014).Sin duda el mito egipcio seguirá alimentando la imaginación de escritores y guionistas durante décadas por venir. Dentro de estas historias, y a estas alturas estoy seguro de que saben a dónde voy, hay un elemento omnipresente, ya sea como eje central de la trama o majestuoso punto de referencia en el telón de fondo: las pirámides.Para ilustrar qué tanto asociamos las pirámides al antiguo Egipto hay un chiste políticamente incorrecto del comediante Andrew Schulz que abarca dos estereotipos en un solo remate y que dice más o menos “todo mundo se pregunta quién construyó las pirámides de Egipto, pero déjenme decirles algo, también hay pirámides en México pero nadie se pregunta quién las construyó”.
En la literatura, fue en el verano de 1989 que se publicó en el Reino Unido Pyramids, la séptima novela del Mundodisco y que en castellano fue publicada años más tarde bajo el nombre de Pirómides sin que hasta la fecha haya entendido la razón de aquel cambio.
Imaginen que en el Mundodisco, aquel mágico astro plano que surca el cosmos sobre el caparazón de la Gran A’Tuin, la tortuga estelar, existe un pequeño y olvidado reino desértico, antes glorioso y hoy relegado a prácticas tan arcaicas que ya nadie recuerda las razones de ser de aquellos engorrosos trámites que en algún punto de la Historia -suponemos- fueron la voluntad del faraón en turno. Bienvenidos al reino de Djelibeybi pronunciado comoJelly Baby,la popular gomita originaria del Reino Unido, cuyo significado en su ficticio idioma original es “hijo del Djel” (el río que atraviesa el reino, dotándolo de vida).
Así, entre faraones, pirámides, desiertos, un río y dioses antiguos es que la historia sucede en la versión de Egipto de Mundodisco: un lugar donde los dioses son tan reales que hace milenios pelearon una gran batalla contra los magos, devastando el continente, pero eso es otra historia que después será reseñada.
En Pyramids (me niego a llamar la novela por su nombre traducido al castellano) el protagonista es el joven Pteppicymon XVIII (la P es muda), heredero al trono de su padre que se llama igual menos uno. Desafortunadamente, el reino ha sido tan empobrecido por su tradición de construir maravillosas pirámides en honor a sus monarcas fallecidos, que con las pocas riquezas que aún conservan es enviado a Ankh-Morpork, la ciudad más grande de todo el mundo, para que se entrene en el gremio de asesinos (una de las mejores academias a las que cualquier habitante de disco podría acceder).
Años después, Pteppic es informado sobre la muerte del faraón y su inminente ascenso al trono de un país cuyas costumbres apenas recuerda. Contra su voluntad, Pteppic debe volver para asumir sus nuevas responsabilidades. Siendo el nuevo monarca, pronto descubre que el poder no yace en su nombramiento divino sino en las tradiciones guardadas celosamente por Dios (pronunciado como lo harían los angloparlantesDaios), el sumo sacerdote de aquella tierra.
Mientras Pteppic lidia con su falta de poder real, salva a una hermosa doncella y huye de su propio reino perseguido por hombres de Dios, el espíritu de su padre se interesa por primera vez en la vida de sus sirvientes y los constructores de las pirámides juegan con el espacio-tiempo para cumplir con el plazo establecido sin pasarse del presupuesto. Típicos contratistas.
En ambas fronteras del reino antiguo, las potencias de Ephebe y Tsort (versiones en el Disco de Grecia y Troya) han estado al borde de la guerra durante siglos, siendo el país de Pteppic y su perfecta ubicación geográfica el único impedimento de una escalada en las agresividades. Pero con la construcción de la pirámide más majestuosa hasta el momento, capaz de almacenar energía mágical en cantidades divinas, el reino de Djelibeybi ha desaparecido del Disco. O más bien, no desapareció, sólo sufrió de un desplazamiento dimensional de noventa grados. Ahora el Largo es la Anchura, la Anchura es la Altura, la Altura es el Tiempo y el Tiempo es el Largo. Algo así.
Pteppic y Ptraci (la doncella rescatada) deben invertir el desplazamiento dimensional para evitar una sangrienta guerra y sacar a sus compatriotas de un lugar en el que los dioses han despertado y las momias de los antiguos faraones han vuelto de la muerte, provocando caos en una población que no tiene ni idea de lo que está ocurriendo.
El tema de la novela gira en torno al valor de las tradiciones y el verdadero legado de un hombre: ¿soy lo que mis ancestros quieren que sea o tengo la oportunidad de encontrar mi propio lugar en el mundo?
¿Necesitamos en los tiempos modernos aferrarnos a ciertas tradiciones que no entendemos del todo pero son parte innegable de nuestra propia esencia como individuos?
¿Si soy bueno en algo, debo hacerlo o tengo el derecho de buscar mi verdadera pasión aunque no sea ni remotamente competente?
En esta novela, junto conSmall Gods, Sir Terry Pratchett aborda los temas de la fe y la lealtad hacia uno mismo y su familia a través de una historia enternecedora y loquísima.
Pyramids es la otra novela que forma la saga de los dioses; tiene una historia autoconclusiva y es una de las favoritas de los fans de Sir Terry pues empieza a mostrar su estilo característico (premisas fuera de este mundo, humor sagaz, reflexiones sobre la vida misma y magia, mucha magia). Además te enseña que debes aprovechar tu tiempo vivo porque “lo primero que uno pierde cuando muere es la vida, lo segundo son sus ilusiones”. Sin duda una lectura que alimenta la imaginación contando una versión muy parecida a lo que los tipos deAlienígenas ancestralescreen que fue el reino del antiguo Egipto aquí en la Tierra.






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