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  • Foto del escritorCasa Svank

ME ENCONTRÉ (PERDIÉNDOME EN NUNCA JAMÁS)

Por Diblik Mendizabal


Queridos abuelos ustedes fueron los únicos que me amaron cuando mis padres desaparecieron, hicieron todo por mí y espero haber hecho lo mismo por ustedes. Habrán notado que en estos últimos meses me he distanciado, tienen derecho de saber el porqué, ya que cuando lean esto ya no estaré con ustedes. Quisiera decirles donde me encuentro, pero yo tampoco sé hacia dónde voy o si alguna vez regresaré. Desde que el abuelo enfermo ya no iba al lago con tanta frecuencia, por eso, si tenía la oportunidad, salía a pasear un rato a disfrutar del paisaje.

Una de esas tardes, preparaba la balsa para relajarme, desconectar un poco y eso hice, pero pasado un rato note unas siluetas a lo lejos, esto me sorprendió pues a esa hora el lago siempre está vacío. Decidí no darle importancia, hasta que unos ruidos raros generados por unos artefactos igual de peculiares despertaron mi curiosidad. Me acerqué para investigar qué estaba pasando, que hacían y sobre todo, quienes eran ellos. Resultó que era un grupo de chicas y chicos, al principio no notaron mi presencia, eso no importó, porque en cuanto se dieron cuenta de que estaba ahí se limitaron a voltear y volver a lo suyo. No sabía si quedarme o no y con la intención de evitar cualquier problema, regresé a casa. Esa noche no pude dormir, quería respuestas de inmediato.


El siguiente día fue mi descanso. Ustedes y yo hicimos lo que era ya una costumbre, desayunamos huevos revueltos con tostadas, café para mí y té de anís para ustedes, al abuelo lo llevamos al doctor para su chequeo bimestral, pasamos a la farmacia por sus medicamentos y al salir nos dirigimos al lago riendo. Podrían mirarnos del otro lado de la calle y no sospecharan lo que estábamos pasando. No importaba que tan mala se pusiera la situación, tú siempre sonreías abuelo, logrando calmarnos a mí y a mi abuela, sin importar el problema; abuela una vez calmada sabías que hacer para salir adelante, siempre tomando al toro por los cuernos. Esa es una de las razones de por qué siempre los llevaré en mi corazón, lamentando que nunca se los pueda decir a la cara ya que…


Creo que me desvié un poco, ese día acabó conmigo tocando el ukelele para ustedes y ustedes cantando para mí, mientras nos movíamos al ritmo de la canción. Vimos el anochecer y otro día había pasado, casi como cualquier otro, la única diferencia es que en todo el día solo tuve una cosa en la cabeza. El tiempo pasó y fui incapaz de olvidar a esos sujetos. Decidí hacer algo al respecto. Sin falta a las 5 de la tarde iba al lago, no importaba si descuidaba mis otras actividades, el despejar mis dudas se volvió mi única prioridad.


Fue un jueves cuando por fin regresaron. En cuanto los vi me acerqué a ellos, ahora no solo me vieron también pusieron en mis manos uno de sus artefactos, indicándome qué hacer con ellos, al parecer podría serles de utilidad. Al ponerse el sol, dejaron de hacer lo que hacían, me quitaron su aparato y me indicaron la hora y día a la que nos veríamos. Finalmente, después de meses de buscar cosas qué no sabía que eran y hacer cosas que no entendía, me dijeron que todo sería explicado. Tendría que llevar un vehículo a las afueras de la ciudad, ahí compartiremos su misión.


Lo único que faltaba era concluir todos mis asuntos pendientes. Eso no fue difícil, debido a que todos creyeron que había muerto. Se hizo un velorio en mí honor, ustedes estaban ahí a pesar de que sabían que yo seguía vivo, pues entendían que ya no me volverían a ver. Algunos solo se quedaban callados, otros solamente lloraban y los demás me contaban cómo estuvo su día o su semana, así me enteré de muchas cosas que me perdí, como que la enfermedad del abuelo había llegado a un estado terminal, ya solo le quedaban semanas, con suerte un par de meses. Todo por haberlo descuidado.


Por un momento me arrepentí, por un momento quería revelar que seguía con vida y que todo volviera a ser como antes, pero estaba muy cerca de lograr mi objetivo, así que decidí escribir esta carta para despedirme de ustedes y que entendieran, o por lo menos conocieran, los motivos de mi comportamiento tan atípico. El día llegó, obtuve lo que tanto había deseado este tiempo. Me explicaron todo lo que hicieron y porqué lo hacían, no dejaron ningún detalle a la imaginación.



Ellos pertenecen a una dimensión alterna, llegaron a esta Tierra para completar una misión de investigación, querían descubrir cuáles eran las diferencias o similitudes más frecuentes en cada Tierra del multiverso. Como un acto de agradecimiento, me ofrecieron la oportunidad de poder acompañarlos no sólo a su Tierra natal, sino también a todas las dimensiones que aún faltaba por explorar. Acepte sin dudarlo. Anhelo que puedan leer lo antes posible esta carta, con la esperanza de que no sea demasiado tarde, y ambos puedan leer lo que seguramente podrían ser mis últimas palabras en este mundo.


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