Por Diblik Mendizabal
En los años cincuenta el cine de Francia era considerado superficial, atrás habían quedado #Méliés y las vanguardias. Nadie sospechaba que el aire fresco que necesitaba la industria vendría de un grupo de jóvenes cinéfilos provenientes de la revista Cahiers du cinéma (por su traducción Cuadernos de cine). Entre ellos François #Truffaut se destacó por ser el más joven de todos y por que con su película de la cual escribiré hoy, Los 400 golpes, inauguró el movimiento antes mencionado: La Nueva Ola Francesa.
Una constante en este movimiento fue el uso de personajes poco agradables, que se enfrentan a lo establecido y buscan su felicidad. Esto se refleja en el protagonista y autoinserción del director Antoine Duniel (Jean-Pierre Léaud), cuya travesía se nos vaticina en los créditos iniciales mediante travellings en contrapicado, simulando la perspectiva de un niño, por las calles de París, pues es por estos callejones Antoine tendrá sus desventuras.
Si en algo destaca la #película es su retrato de la infancia, ya que por la honestidad y sensibilidad de Truffaut el espectador es capaz de identificarse en la pantalla, ya sea porque lo vivió o solo lo vió. Ya sea un profesor que acusa de plagio a un alumno por patata, o una familia disfuncional que deja todos sus problemas en casa para aparentar ser felices en una salida al cine. Así y más peripecias vive el pequeño Antoine, podría contarlas, pero lo mejor es que las atestigüe, pues no solo verá una gran película también podría recordar tiempos pasados.
Por último cabe mencionar que con esta película y sus secuelas, todas dirigidas por Truffaut, se dio por primera vez algo en ahora es muy común, un mismo actor repitiendo un papel en más de una cinta: Antoine y Collete (1962), Besos Robados (1968), Domicilio conyugal (1970) y Amor en Fuga (1979). La cinta obtuvo 17 nominaciones y ganó 10 de ellas, destacando Mejor Director y la Palma de Oro en #Cannes de 1959. A la fecha de la publicación de esta recomendación la película se encuentra en #MUBI.