Por Jesús Chavarria
@jchavarria_cine
Tenían que pasar más de sesenta años para que el mito fuera reinventado en
la pantalla grande y esta vez, con un gran apego a la novela original. El
responsable no fue otro que Francis Ford Coppola, quien además se dio el lujo
de contar con uno de los repartos más importantes en cuanto a adaptaciones
de la novela de Stoker se refiere. Este es el Drácula de final del siglo XX.
Si por algo destaca esta producción, es que luego de tantos años en que se
desgastó la imagen del Drácula villanesco creado con acierto por Browning en
los 30s, y que fuera bien refrendado por Fisher en los 50s; rompió con los
arquetipos y entregó un personaje de una mayor profundidad emocional.
Dirigida por Francis Ford Coppola, el mismo responsable de obras maestras
del cine como El padrino y sus secuelas, aquí vemos un Conde de Transilvania
repleto de matices, que conserva ese toque erótico y terrorífico que le
caracterizara durante tanto tiempo, pero que además esta impregnado de un
toque de romanticismo que le convierte en un ser eternamente nostálgico y con
un desencantado sentido de la existencia.
El guión fue escrito por James V. Hart, quien entrega una adaptación que a la
fecha es considerada la de mayor fidelidad con respecto al escrito de Bram
Stoker e incluso introduce a personajes que nunca habían sido llevados a la
pantalla original. Sin embargo, cabe destacar que Hart hace un agregado al
argumento, que a pesar de que es acertado, le da un giro trascendental al
personaje haciéndolo pasar de una terrorífica amenaza que llega para
perturbar a la sociedad victoriana, como fue concebido originalmente, para
convertirlo en una especie de antihéroe en busca de la redención, la cual solo
puede encontrar a través del amor. De esta forma la cinta se convierte en la
más fiel en cuanto a la anécdota se refiere, pero en la menos apegada en
cuanto a la reinterpretación.
Aquí la historia nos cuenta como el príncipe Vlad, combate a los ejércitos
musulmanes que amenazan a la cristiandad, para luego encontrarse con que
su amada se ha suicidado. Esto lo interpreta como una traición por parte de
Dios, y reniega de él, pasando de valeroso guerrero del bien a convertirse en
Drácula, la encarnación de la maldad y la oscuridad. Al pasar de los años su
leyenda maldita se propaga por los Cárpatos, hasta que un día descubre y se
enamora Mina Harker, una mujer comprometida, que le corresponde y ve en él
la forma de liberarse de las ataduras de una sociedad reprimida, iniciando así
una historia de amor, marcada por la tragedia y el horror.
Sin duda, esta nueva interpretación del personaje resultó más que acorde al
final de siglo pasado, en dónde el viejo estereotipo del vampiro malvado ya no
tenía lugar. Para el tratamiento, Francis Ford Coppola optó por impresionantes
composiciones barrocas en dónde sin embargo, se le da una gran importancia
al manejo de los símbolos y al uso de las sombras, haciendo de la iluminación
una parte importante de la narrativa. El diseño de vestuarios, y la recreación del
contexto son sumamente detalladas, así como el desarrollo emocional de los
personajes que aquí encuentran una profundidad que no se había visto. A todo
lo anterior habrá que agregarle que el director prefirió prescindir en lo posible,
de recursos digitales, recurriendo en diversas ocasiones a viejos métodos de
efectos especiales.
En cuanto al reparto, se incluyó a gentes de la talla de Anthony Hopskins,
quien a diferencia del director que venía un tanto a la baja; se encontraba en
uno de los momentos de mayor reconocimiento de su carrera. Un digno
sucesor del celebre Peter Cushing, en el papel de Van Helsing. En cuanto al
personaje principal, este corrió a cargo de Gary Oldman, actor acostumbrado a
entregar personajes repletos de contrastes, y que aquí logra un Drácula de
personalidad tan tenebrosa como seductora, cargada de dolor y nostalgia.
Otros actores incluidos fueron la entonces prometedora Winona Ryder y el
inexpresivo pero adecuado Keanu Revés, además de Monica Bellucci en un
pequeño cameo.
Ganadora del Oscar al mejor diseño de vestuario, mejor edición de sonido, y
mejor maquillaje, esta cinta fue una de las iniciadoras del tratamiento romántico
del vampiro en el cine, que luego fue echado por tierra y frivolizado al extremo
por las edulcoradas y cursis películas de la saga Crepúsculo.
PARA LA ANÉCDOTA
En un principio, para el personaje de Van Helsing, se consideró al actor Liam
Neeson, quien al enterarse que Anthony Hopkins, también estaba interesado,
pese a que estaba entusiasmado, se retiró del proyecto para dejárselo al actror
inglés a quien admiraba. Hopskins no solo interpretó a dicho personaje,
también se hizó cargo del sacerdote que condena al viejo amor de Vad por
haberse suicidado.
DRACULA DE BRAM STOKER
Titulo original: Bram Stoker's Dracula:
Nacionalidad y año: Reino Unido, 1992
Director: Francis Ford Coppola
Intérpretes: Gary Oldman, Winona Ryder, Anthony Hopkins, Keanu Reeves,
Richard E.Grant, Cary Elwes, Bill Campbell, Sadie Frost, Tom Waits.
Guión: James V.Hart basado en la obra de Bram Stoker
Fotografía: Michael Ballhaus
Producción: Francis Ford Coppola, Fred Fuchs, Charles Mulvehill
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