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EL GRAN DICTADOR: UN BREVE ANÁLISIS DE ESTE CLÁSICO FILM





Por Morgana Laguardia

El gran dictador, es una película escrita, dirigida y actuada por Charles Chaplin en

1940. Es una sátira del fascismo y en particular del führer Adolf Hitler y su

nacionalsocialismo. Película llena de parodias y críticas hacia los nazis, sus formas, su

obsesión ridícula por controlar y exterminar a los que no son de raza aria.

Empieza con créditos iniciales y una nota para el espectador en donde aclara que

cualquier parecido entre Hynkel el dictador y el barbero judío es mera coincidencia.


Ambos personajes interpretados por Charles Chaplin. Con un movimiento de cámara

que descubre la guerra de trincheras entramos en una batalla y en una parodia sobre la

primera guerra mundial y la forma en que los soldados se ponen a tiro de cañón sin

siquiera entender bien que están haciendo. Nos centramos en un personaje principal

un soldado bigotón del ejército de Tomania, que sigue ordenes de forma absurda,

pregunta como usar una granada la cual se le resbala hacia adentro del uniforme,

luego se adentra en el campo de batalla para acabar confundido entre el humo, en

líneas enemigas. Al salvar la vida del comandante Schultz cuando pilotea su avioneta,

sufre un accidente al estrellarse en un campo, hazaña que lo hace perder la memoria y

lo dejará internado gravemente en el hospital, por lo tanto, no se entera sobre la toma

de poder del dictador Adenoid Hynkle y sus nuevas reglas y represiones contra los

judíos.


Cuando escapa del hospital, regresa a su ciudad donde abre de nuevo su antigua

barbería ubicada en una esquina del Ghetto, no sabe que los tiempos han cambiado y

que existe una brutal discriminación contra los judíos. Un día su vecina Hannah

defiende al barbero cuando es acosado por miembros de las fuerzas de seguridad de

Hynkel. Se enamoran y deben sufrir los atropellos de la dictadura, aunque tienen el

respiro de tener la protección de sus vecinos y de Schultz, quien reconoció al barbero y

les otorga un corto periodo de paz a los judíos. Mientras vemos a Hynkel hacer el

ridículo en su palacio, cuando trata de conseguir financiamiento de un banquero judío

para sus ambiciones de dominación global y cae en su grandiosidad mientras baila con

un globo terráqueo en su oficina. Le hace burla más allá del idioma a la forma de hablar

en público de Hitler, pero también cuando habla con sus consejeros en privado y les

otorga consignas para luego quitárselas, cuando es un cobarde y no quiere contestar el

teléfono, cuando recibe a su competitivo “hermano” dictador Napaloni y lucha por

mantenerse sentado siempre por encima de él.


Se utiliza el completo lenguaje cinematográfico a favor de la narrativa, emplean

movimientos de cámara, dolly, grúas, paneos, alternando los encuadres para generar

diferentes emociones en el espectador. Los generales para detallar el lugar, los medios

para las conversaciones y los primeros planos para enfatizar la emoción del personaje,

por ejemplo, cuando el dictador da sus discursos, cuando el barbero esta tragando las

monedas o cuando Hannah habla sobre imaginar un mundo mejor y su cuadro final en

la película cambio dramático de la desesperanza a la esperanza en Austerlich.

Las transiciones son cortes directos, aunque también hay diferentes tipos de

disolvencia entre dos cuadros, desde el centro, general, hacia los lados, pero la más

interesante es cuando el soldado se pierde en el humo.


Termina con el barbero vestido del dictador, con un sorprendente manifiesto donde

después de exponer el horror de la guerra y lo terrible que es para las personas estar

sometidas bajo la figura de un dictador, concluye con un mensaje de fuerte carga

moral, apelando al amor y a la esperanza. Lo más representativo de su comedia en

esta película es su capacidad de criticar un sistema, mediante el sentido crítico del

humor que nace de la reflexión y cuidadoso estudio de la realidad, al mismo tiempo que

logra plasmar un mensaje con principios, ideales, apelando a la fraternidad humana.


Convirtiéndolo en uno de los pocos portavoces de las aspiraciones más nobles del

hombre en el endurecido y capitalizado Hollywood de la época.

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