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PRODUCCIÓN SIN PÚBLICO, CINE SIN MERCADO: EL ABISMO DEL CINE MEXICANO

  • Foto del escritor: Casa Svank
    Casa Svank
  • hace 9 minutos
  • 3 Min. de lectura



Editorial


Durante 2024, el cine mexicano vivió una contradicción profunda: se contabilizaron 240 largometrajes en alguna etapa de producción, y de esos, 157 llegaron a ser terminados. Una cifra que habla de entusiasmo, de movimiento, de democratización en la producción. Sin embargo, esa energía creativa parece perderse en cuanto las películas enfrentan el mundo real: solo 112 llegaron a estrenarse en salas de cine.

El problema ya no es producir.El problema es que nadie las ve.

Y eso ocurre en un año en el que se estrenaron 467 películas en cartelera en México. Es decir, tres cuartas partes de lo que el público ve sigue siendo cine extranjero. ¿Cómo se sostiene una industria si el mercado nacional no puede consumir lo que produce?


PRODUCCIÓN SÍ, EXHIBICIÓN NO


Las películas mexicanas no tienen canales suficientes para circular. De los 112 largometrajes nacionales que sí se estrenaron en salas, solo 40 también llegaron a plataformas digitales, y aún dentro de ese grupo, el acceso fue desigual:

  • Solo el 28% de estas películas apareció en Netflix.

  • El 25% en Prime Video.

  • Y únicamente 15 filmes mexicanos se estrenaron directamente en plataformas, sin pasar por salas.

Al mismo tiempo, hay más de 53,000 películas disponibles en plataformas digitales en México, pero solo 4,090 son mexicanas. Nuestro cine representa menos del 8% del catálogo en línea. Incluso en el espacio digital, donde todo parece más libre, el cine mexicano es una minoría marginal.


UNA RED DE EXHIBICIÓN FRAGMENTADA


Durante el mismo año, se realizaron 253 festivales de cine en el país. En teoría, cada película terminada podría haber tenido al menos un espacio de proyección. Pero en la práctica, no existe una estrategia que garantice esa circulación ni un seguimiento posterior.

Tampoco el acceso a las salas está distribuido con equidad.Mientras Guerrero, Guanajuato y Veracruz registraron una reducción significativa de pantallas, las zonas con mayor incremento fueron CDMX, Baja California y su área metropolitana.El resultado: centralización cultural. Otra vez.

Y aún con estas ventanas, el público simplemente no está llegando.Según datos oficiales, el 47.5% de la población mayor de 18 años en México no asistió a ningún evento cultural en todo el año.


¿Y EL PÚBLICO JOVEN?


En una reciente conferencia de prensa de un festival universitario, llamó la atención algo: no había jóvenes. Solo prensa tradicional y organizadores. Ningún creador de contenido, ningún estudiante haciendo cobertura para redes, ningún podcaster, nadie transmitiendo en vivo o entrevistando a directores.

¿Cómo puede un festival universitario no convocar a sus propios estudiantes?

Mientras tanto, propuestas como Nuestro Cine MX (la plataforma que sustituyó a FilminLatino), el Catálogo Cinematográfico de la Ciudad de México y Cine en línea de la Filmoteca UNAM, ofrecen programación 100% nacional. Pero sin promoción, sin comunidad, sin voz que las impulse, ¿quién se entera?

El cineasta sigue haciendo películas.El Estado sigue dando apoyos.Pero el público no está.Y los que sí están —los jóvenes creadores, comunicadores, cinéfilos digitales— no están siendo convocados.


ENTONCES, ¿CUÁL ES EL PLAN?


  • ¿Quién va a ver nuestras películas?

  • ¿Quién va a venderlas?

  • ¿Quién va a moverlas más allá de la burbuja festivalera?

  • ¿Cuándo vamos a dejar de depender del Estado para comenzar a construir una industria real?

  • ¿Por qué seguimos sin estrategias para conectar con nuevas audiencias?

  • ¿Cuándo dejaremos de pensar solo en filmar, y empezaremos a pensar en distribuir, comercializar y construir comunidad?


No se trata de renunciar a los cineclubes ni a la idea de cine como propuesta cultural.Se trata de no convertirlos en la única vía de supervivencia.

El cine mexicano necesita una estrategia integral: profesionalizar a los productores con visión de negocio, generar alianzas tecnológicas, crear modelos de monetización sostenible, y sobre todo: vincularse con la gente real, la que hoy ve cine en pantalla grande o en su celular.

Producimos.Estrenamos algunas.Pero…

¿quién nos está viendo?

 
 
 
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