Por Jesús Chavarría
@jchavarria_cine

Robbie Williams, uno de los más grandes representantes del pop británico, y su irreverencia capaz de convertirse en la más despiadada autoparodia al grado de mostrarse literalmente como un mono, son el motor de esta insólita biopic que el otrora director de El Gran Showman (2017) entiende a la perfección y lleva del drama extravagante a la épica fantástica musical con batalla incluida, sin que el personaje revestido de CGI pierda capas emocionales entre la ternura infantil y la influencia escénica paterna, la frustración y capacidad de sorpresa adolescente, la posterior euforia juvenil, la intensidad autodestructiva del éxito, la amargura tras el impacto de los reflectores con productores ambiciosos y adicciones al acecho, y por supuesto la batalla reivindicativa de aquel que se reconoce en todas sus versiones como artista y ser humano.
Cada canción y coreografía son un verdadera disfrute no solo por lo que representan por sí mismas en el colectivo popular y que saben aprovechar para enganchar al espectador, sino por el sentido con el que son reinterpretadas para, a diferencia de lo que suele suceder con el género, entre el lucimiento de voces y bailarines siempre contar algo que empuja el relato. Y aunque algunos pasajes caen en los tópicos del camino del rockstar reconvertido en fórmula por el cine de consumo, haciéndole un tanto predecible incluso para quienes no conocen la historia del artista, amen de ser por momentos algo reiterativo; eso no importa, por que así ha sido su vida y aquí lo consigna e incluso lo hace evidente contándola tal y como solo él podría hacerlo, en complicidad de un director que encuentra el pulso exacto de lo irónico y explosivo con una cámara saliendo al encuentro de las acciones, evocando visiones vibrantes de los clásicos fílmicos y elaborando viñetas influenciadas por los Tv shows y los cómics. Además Williams se hace cargo de interpretarse a sí mismo, un lujo al que pocos se atreven y del que termina saliendo más que bien librado.
Better man: la historia de Robbie Williams, es de esas ocurrencias que se convierten en un logro gracias a que la honestidad, el ingenio y la habilidad cinematográfica vibran en la misma sintonía, con plena conciencia de que el no tomarse demasiado en serio permite que el ser humano emerja al nivel del propio espectáculo, y en este caso resulta mas que conveniente.
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