DIOSES MENORES UNA NOVELA DE TERRY PRATCHETT
- Casa Svank

- 22 sept
- 3 Min. de lectura

Dioses menores
Raúl S. Martínez
Ha sido una temporada de lluvias desastrosa para la Ciudad de México. Baches que hacen palidecer a Aristarco -uno de los cráteres más grandes en la luna-, inundaciones en distintos puntos y un tráfico infernal son retos a los que los habitantes de esta ciudad hemos debido enfrentarnos desde hace meses. Por supuesto hay quienes lo toman con muchísimo humor y culpan a Tláloc, dios mexica de la lluvia, quien es usado como una figura retórica ya que, en realidad, ya nadie cree en él. Pero, ¿y si la razón por la que el poderoso Tláloc ya no sea tomado en serio es porque perdió su poder?¿O la causa y el efecto están invertidos y Tláloc perdió su poder cuando los habitantes de esta tierra dejamos de adorarlo?
La anterior premisa es abordada de una manera hilarante en la novela Dioses menores de Sir Terry Pratchett, décimo tercera entrega de la saga de Mundodisco y publicada en 1992, año de las míticas Olimpiadas de Barcelona.
La novela narra las aventuras de Brutha, un joven e iletrado monje que posee una cualidad maravillosa: memoria eidética. El dios al que sirve, Om, es la deidad más importante de su nación, llamada, por supuesto, Omnia, cuyo sistema de gobierno es una teocracia corrupta que ejerce una tiranía total y mantiene a sus ciudadanos bajo el terrible yugo de figuras como Vorbis, el líder de laquisición(no confundir con la inquisición de Mundo Bola, es decir la Tierra).
En el papel, Om es todopoderoso y su manifestación terrenal debería ser un toro. En la realidad, Om ha sido reducido a la forma de una tortuga de tierra que vaga por el desierto ya que igual que Tláloc, ha perdido a todos sus creyentes excepto uno: el bueno pero ignorante de Brutha. ¿Cómo es posible que un dios que tiene un país con su nombre y toda una institución eclesiástica para difundir la palabra de sus profetas carezca de creyentes verdaderos? La respuesta de Terry Pratchett es una sencilla pero poderosa sátira: susseguidoresno creen realmente en él, simplemente están aterrados de tener pensamientos contrarios a las sagradas enseñanzas so pena de cárcel o peor, o depositan su fe en los hombres (falibles, claro) que conforman la estructura clerical que los oprime.
Sin poder y sin tiempo, ya que Om podría convertirse en un susurro en el desierto si se sigue debilitando, el otrora poderoso dios debe emprender un viaje en la mochila de Brutha, su última esperanza, para comprender la causa de su mal, recuperar su poder y liberar a su pueblo de un mal que al parecer, él mismo creó.
La historia encaja a la perfección personajes entrañables, empezando por Brutha, quien comienza su arco siendo un ingenuo y pasivo monje hasta alcanzar su destino, el dios Om, cuya arrogancia podría llenar todo Cori Celesti (la torre en mitad del Mundodisco donde habitan los dioses que no han caído en desgracia) y Didactylos y sus pupilos, la versión de Mundodisco de los filósofos griegos: librepensadores, pendencieros, artistas y borrachos.
Las páginas están plagadas de diálogos sagaces, ideas filosóficas complejas que orbitan alrededor de la naturaleza de la fe y la libertad, una trama divertida y por supuesto el maravilloso sentido del humor de Sir Terry Pratchett.
Dioses menores es, en mi opinión, una novela perfecta para que nuevos lectores se acerquen al mito de Mundodisco: pertenece a la saga de los dioses (que no es una saga en absoluto ya que está formada únicamente por dos novelas que sólo comparten puntos geográficos y no una trama general) e introduce personajes y locaciones que serán importantes en otras novelas de la colección. Creyentes y no creyentes pueden encontrar un mensaje alentador y reconfortante, aunque también deben tener cuidado, ya que la novela nos explica que “los dioses siempre agradecen tener a un ateo a la vista, ya que les da algo a qué apuntar”.
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