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ANTE LA BANDERA

Por Raúl S. Martínez







Volver al Futuro: Parte III casi siempre es descrita por los seguidores de la saga dirigida por Robert Zemeckis como la peor de la trilogía. O la menos buena, porque ciertamente desde la primera vez que la vi en aquellos sábados en los que era transmitida su versión doblada al castellano por Canal 5, nunca dejé de disfrutar la saga completa, comerciales ad náuseam incluidos. Tampoco quiero crear enemigos de manera gratuita; me parece que existe un consenso universal entre los aficionados a Volver al futuro que establece que la segunda cinta es la absoluta mejor de las tres y en la que entendemos cómo se entrelaza el espacio-tiempo que rodea a un tranquilo pueblo de California, así como su relevancia para la cohesión universal, cualquiera que esta sea. Al final de la trilogía, Doc y Marty no sólo han viajado de 1985 a 2015, sino de vuelta al ‘55 y más aún, debido a un desafortunado accidente, a la época del viejo oeste: 1885, un siglo antes de la línea temporal original y época predilecta del doctor Emmet L. Brown en donde (o cuando) finalmente encuentra su verdadero propósito: el amor personificado en la maestra Clara Clayton y sus descendientes nombrados en honor de uno de los padres fundadores de la Ciencia Ficción: el primogénito Julio y el benjamín, Verne. La secuencia final, en la que el doc vuelve al Hill Valley de 1985 a bordo de un tren convertido en máquina del tiempo no sólo resume el tema de la trilogía “el futuro no ha sido escrito aún”, también que nos presenta a su familia es el cálido final de la saga, en donde ambos personajes comienzan nuevas aventuras acompañados de sus seres queridos.

Ya lo he descrito en alguna otra reseña, pero mis primeros acercamientos a la literatura de Julio Verne fueron gracias a la televisión -a través de series animadas- y el cine, por ejemplo la 20,000 leguas de viaje submarino de 1954, cinta que muy probablemente George y Lorraine McFly (nacida Baines) habrán visto en la única sala de cine de Hill Valley un año antes de que se enamoraran. También, cómo acabo de mencionar, despertaron mi curiosidad las referencias que hace Christopher Lloyd en su papel del doc Brown sobre su afición a la literatura del autor francés, quien en 1885 comenzaba su carrera y que para el momento en que el doc discute con Clara Clayton su afición por Verne, este ya había escrito, al menos, Un drama en México.


Algún tiempo después, en 1896, año en el que por cierto Don Porfirio Díaz comenzó un nuevo período como absoluto ganador de las elecciones con el cien por ciento de los votos, Verne publicó en Francia Ante la bandera, una novela que anticipa la existencia de armas de destrucción masiva y la continua preocupación de las súper potencias por controlar el acceso a este tipo de tecnologías, así como el esfuerzo de particulares por hacerse de este poder.

En la novela, es el pirata Kerr Karraje el principal peligro para la humanidad, pues ha montado una operación secreta en el interior de la isla Back-Cup ubicada en algún punto de las Bermudas con la finalidad de trabajar sin ser molestado por los americanos, franceses o británicos y disfrazando una simple montaña de poca altura como un volcán en activo para mantener alejados a curiosos y enemigos.

Al principio de la historia, Kerr Karraje bajo la identidad de El conde de Artigas se cuela en la Healthful House, una casa de retiro ubicada en Carolina del Norte, donde el gobierno estadounidense mantiene en observación y vigilancia a Thomas Roch, científico francés y creador del Fulgurador Roch un arma de tal poder que en manos equivocadas significaría la instauración de la tiranía en los pueblos libres del mundo y la imposibilidad de cualquier súper potencia, sola o en alianza con otros gobiernos, de detener a cualquiera que cuente en su arsenal el destructivo Fulgurador.

Tras secuestrar a Thomas Roch de manos de los estadounidenses y llevándolo con éxito a su guarida en las Bermudas, Ker Karraje está a punto de llevar a cabo su malvado plan, pero tanto americanos como franceses y británicos, haciendo heroicos esfuerzos de espionaje logran dar con la ubicación de Roch, intentando su liberación antes de que complete y active el arma en beneficio de los planes del megalómano pirata.





Ante la bandera es una novela de acción en la que Julio Verne nos muestra piratas, soldados, científicos y conspiraciones. Conocemos identidades secretas, planes malvados, héroes y patriotas que están listos para sacrificar su vida no sólo por su madre patria, sino por los mismos ideales de libertad, igualdad y fraternidad que dieron forma a varias naciones occidentales, no sólo a Francia, sino a los Estados Unidos y al mismo México, que por aquel entonces adoptaba la cultura francesa y que poco más de una década después iniciaría su propia Revolución en contra de un dictador.


Al mismo tiempo, en Ante la bandera Verne manifiesta su clara preocupación por los avances tecnológicos de finales del S. XIX y el potencial destructivo que podrían tener en las manos equivocadas.

Si en De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna nos cuenta cómo los avances logrados durante los años de guerra de secesión estadounidense fueron utilizados para alcanzar uno de los sueños colectivo de la humanidad: un viaje tripulado a nuestro único satélite natural, en esta novela Verne se muestra pesimista y escéptico, pues la tecnología no es buena o mala en sí misma, pero dependerá del uso que los hombres le den si esta nos salvará o terminará por destruirnos.

Pero también hay esperanza, pues Verne nos enseña cómo el valor y el patriotismo de un solo hombre a veces es suficiente para marcar la diferencia entre la libertad y la tiranía.






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