Aproximadamente medio siglo atrás que conservamos la herida que los conquistadores dejaron en nuestros pueblos, más allá del saqueo, violencia y epidemias, vinieron a traer la religión católica y sus prácticas de adoctrinamiento. La religión ha sido el motivo de grandes conflictos a lo largo de la historia y, en el caso de San Miguel Canoa, se mezclaron asuntos políticos y sociales de la urbe con los del pueblo, dando como resultado una gran tragedia. La película Canoa, dirigida por Felipe Cazals y fotografiada por Alex Phillips Jr, se encarga de adentrarnos de a poco en una recreación de los acontecimientos de aquel septiembre del 68, en el que hubo un saldo de 4 muertos y 3 heridos, para apabullarnos finalmente con un crudo desenlace.
Con una visión documentalista, se nos introduce en el contexto histórico y político de la
época, ayudándonos a entender la relación entre el movimiento estudiantil, la manipulación
de los medios, la represión ejercida, y el cruel destino que le deparaba a aquellos jóvenes
trabajadores que solo iban de excursión. El tema principal engloba las tácticas con las que se reprime y manipula a la población, usando discursos políticos o religiosos a conveniencia de los más poderosos. Algunos diálogos puntuales al principio de la película auguran el destino de los personajes, mencionando a la muerte como algo que puede llegar en cualquier momento y sin previo aviso. Toda la información brindada al espectador forma parte de una profunda inspección a lo que significaba ser mexicano en aquél entonces, la trama de esta cinta obliga a un análisis antropológico y a mantener una postura firme alejada de lo radical; a película no tiene por intención señalar a los habitantes del pueblo como gente violenta y asesina, y mucho menos a la comunidad católica como tal, si bien, se exponen los riesgos que conlleva el darle tanto poder a la Iglesia, el mensaje que más claro me queda en conclusión a lo acontecido es, que quien tenga el control de la información y de su propagación tiene en sus manos el destino de un pueblo.
Los recursos empleados para contar esta historia son variados, y cada uno de ellos dota de
encanto al relato, el principal de todos es el de usar un narrador que, más que solamente
platicar lo sucedido, hace incisivas observaciones sobre la sociedad, la religión y la historia
de México, de manera crítica y sin tapujos, llegando a ser irónico con sus palabras. La trama
no ocurre en orden cronológico, se van dando saltos temporales cada cierto tiempo para
dotar al espectador de la información necesaria, podrá entender el contexto de lo que está
ocurriendo, pero sin perder la tensión de preguntarse qué está por suceder. La tensión es un
elemento clave en esta historia, pasa un buen rato desde que nos enteramos que el pueblo
está por linchar a los jóvenes hasta que ellos se dan cuenta, el punto álgido comienza en el
momento que los habitantes irrumpen en la casa donde se resguardan, pero termina
rápidamente con el cuerpo de Lucas cayendo al suelo, a partir de ese momento ya no hay
tensión, se vuelve puro horror.
Si bien la película trata sobre un acontecimiento atroz y sumamente oscuro, la fotografía se
mantiene dentro del estilo documental con el que inicia, no aterroriza con sus imágenes
como en una película slasher, pero tampoco glorifica la violencia ni la enaltece. La foto
describe la psicología del momento situando a los personajes al borde del encuadre,
envolviéndolos en la oscuridad, o aprovechando las texturas del suelo mojado para
incrementar el dramatismo visual de cuando cede la tormenta y comienza el linchamiento. La imagen se enriquece por el aprovechamiento de los espacios dentro de la puesta en escena, el desplazamiento de los personajes en su entorno, y la constante interacción entre los actores que aparecen en primer plano y los que aparecen al fondo, dan la oportunidad al filme de ser dinámico aunque la mayoría del tiempo la cámara se quede fija sobre un tripié. El diseño sonoro logra el cometido de envolvernos en la ficción con sus sonidos ambientales, y nos saca de ella cuando es necesario subiendo el volumen de los ruiderales de la cámara y silenciando los sonidos ambientales. La investigación realizada en torno a la tragedia de Canoa fue vital para la realización de esta película, su aporte histórico es invaluable y abre paso a las nuevas generaciones a adentrarse en la historia de su país y de su gente, para estudiarla y comprenderla con el fin de no caer a futuro en los mismos errores del pasado. Es destacable la participación de Ernesto Gómez Cruz en películas como esta, de tinte social y de protesta, que traen consigo una fuerte crítica a la sociedad mexicana como lo son: El callejón de los milagros, ¡Que viva Tepito!, y la trilogía de Luis Estrada que es crítica a la globalización, el narco y la política. Estamos ante una obra muy completa, que consigue diseñar un universo muy rico cultural e históricamente, lo expone mientras evoca un mensaje sutil que, según interpretaciones, puede rayar en lo aleccionador acerca del inmenso poder que tienen los medios de comunicación, pero que sin embargo, narra fielmente los sucesos acontecidos en el 14 de septiembre de 1968 en San Miguel Canoa, recordándonos que el cine no es solamente una fábrica de sueños, sino también de pesadillas que, lastimosamente, están muy inspiradas en la realidad.
por Diego Legorreta
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